Escritores Gualeyos

Mastronardi es uno de los escritores más importantes que ha dado Entre Ríos. Nació en Gualeguay en el año 1900. Dejó su ciudad natal a los 15 años para estudiar en Concepción del Uruguay y en 1920 se radicó en Buenos Aires. El regionalismo, el provincialismo, el telurismo, serán una constante preocupación. Perteneciente a la rama de los criollistas o nacionalistas, donde se vuelca al canto del paisaje y la tierra, con un lenguaje directo. Autor de Luz de provincia; Tierra amanecida; Conocimiento de la noche; Memorias de un provinciano, Siete Poemas, entre otros. Muere en Buenos Aires en 1976. Además de su obra esta edición compuesta por dos tomos agrega poemas publicados en revistas e inéditos, traducciones, artículos de la revista Sur, artículos periodísticos, ensayos inéditos, una edición revisada de sus cuadernos, prólogos y cartas, entre otros.


El libro reúne 879 aforismos divididos en tres capítulos: Aforismos Filosóficos, Aforismos Poéticos y Aforismos de Sentido Común. Contiene un prólogo del escritor Isidoro Blaisten, este prólogo apareció en la primera edición de “Aforismos del Beduino Errante” en 1988. Según Blaisten “Eise Osman es un poeta y sus aforismos muestran el trabajo de la poesía, y el lector encontrará la belleza de una idea en la belleza de una forma. Eise en árabe quiere decir “Jesús” y la obra de Osman, aunque quizá él no lo sepa, es religiosa. Está urdida con la delicada materia de los sueños y trabaja en actitud de rezo”. Según el autor: “Este libro condensa los avatares y las reflexiones de un beduino errante, cuyo desierto está en la vida, y sus oasis sucesivos se deslizan por el ojo del tiempo, donde sólo para un hombre desnudo”. Debemos llegar a un oasis para desear un desierto, para luego volver a desear un oasis.


El desierto como la vida tiene sus oasis, donde el hombre encuentra la paz necesaria para la meditación. En uno de esos oasis del tiempo, el Beduino Errante se interroga, a la sombra fresca y sin prisa del silencio, donde está más cerca la verdad.








Pueblan estas certeras páginas muchos alucinados, que padecen una suerte de horror interno, una desazón que nace de ellos mismos y que no tiene ningún fundamento en estímulos objetivos o ajenos a su intimidad desgarrada. Poe, Coleridge y Novalis, trasladados a un desvalido medio agreste, reciben en estas logradas páginas devota confirmación, también está en ellas un sincero amor a la naturaleza. Además de los autores citados, se advierte un eco del sombrío Strindberg. Ya radicados en los medios oscuros, ni siquiera faltan las tormentas que prodigan relámpagos, tenebroso ambiente que favorece la visita de fantasmas y de seres espectrales.